Bestiario / Animalario
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Introducción
Juan-Eduardo Cirlot: DICCIONARIO DE SÍMBOLOS. Ed. Labor, Barcelona 19825
Animales
“Desempeñan un papel de suma importancia en el simbolismo, tanto por sus cualidades, actividad, forma y color, como por su relación con el hombre. Los orígenes del simbolismo animalístico se relacionan estrechamente con el totemismo... Los más importantes de los animales fabulosos son los que siguen: quimera, esfinge, lamia, minotauro, sirena, tritón, hidra, unicornio, grifo, harpía, pegaso, hipogrifo, dragón.
También se podría hacer referencia al totemismo, como hace Cirlot, y al chamanismo en pueblos de cazadores, a las pinturas rupestres –de origen chamánico- y al zodíaco –rueda de animales o rueda de la vida-, sobre todo al chino, en el que realmente todas las figuras son animales.
Una ampliación de la fauna fabulosa universal se encuentra en la obra de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, “Manual de zoología fantástica”.
Un breve extracto:
EL Borametz
El CORDERO vegetal de Tartaria, también llamado borametz y polypodium borametz y polipodio chino, es una planta cuya forma es la de un cordero, cubierto de pelusa dorada. Se eleva sobre cuatro o cinco raíces; las plantas mueren a su alrededor y ella se mantiene lozana; cuando la cortan, sale un jugo sangriento. Los lobos se deleitan en devorarla.
Sir Thomas Browne la describe en el tercer libro de la obra Pseudodoxia Epidemica (Londres, 1646). En otros monstruos se combinan especies o géneros animales, en el borametz, el reino vegetal y el reino animal. Recordemos a este propósito, la mandrágora, que grita como un hombre cuando la arrancan, y la triste selva de los suicidas, en uno de los círculos del Infierno, de cuyos troncos lastimados brotan a un tiempo sangre y palabras, y aquel árbol soñado por Chesterton, que devoró los pájaros que habían anidado en sus ramas y que, en la primavera, dio plumas en lugar de hojas”.
El CORDERO vegetal de Tartaria, también llamado borametz y polypodium borametz y polipodio chino, es una planta cuya forma es la de un cordero, cubierto de pelusa dorada. Se eleva sobre cuatro o cinco raíces; las plantas mueren a su alrededor y ella se mantiene lozana; cuando la cortan, sale un jugo sangriento. Los lobos se deleitan en devorarla.
Sir Thomas Browne la describe en el tercer libro de la obra Pseudodoxia Epidemica (Londres, 1646). En otros monstruos se combinan especies o géneros animales, en el borametz, el reino vegetal y el reino animal. Recordemos a este propósito, la mandrágora, que grita como un hombre cuando la arrancan, y la triste selva de los suicidas, en uno de los círculos del Infierno, de cuyos troncos lastimados brotan a un tiempo sangre y palabras, y aquel árbol soñado por Chesterton, que devoró los pájaros que habían anidado en sus ramas y que, en la primavera, dio plumas en lugar de hojas”.
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